JUNIO Y EL FLAMBOYAN

El flamboyán, Delonix regia, es uno de los árboles más lindos que tenemos en Puerto Rico. Se comenta que el flamboyán es el árbol que le negó las flores a las “madres” en mayo por ser en junio y julio los meses que florece en todo su esplendor.  A mí personalmente, me encanta este árbol.  Disfruto muchísimo viéndolo por nuestras calles y avenidas.  Cerca de mi casa hay uno y sus flores al caer forman una hermosa alfombra roja.

Flamboyán al lado de mi cas

Pocos se resisten a admirar su exuberante belleza, con sus hermosas flores, que son rojo anaranjadas y su follaje verde brillante. El flamboyán es protagonista de valiosas pinturas y de varios poemas.  Además, es el responsable de embellecer todo el entorno donde habita.  Los artesanos utilizan sus semillas para sus piezas de artesanía y las vainas maduras sin abrir pueden ser usadas como instrumentos musicales (maracas)

¿Qué más podemos decir?  El flamboyán es nativo de Madagascar. Alcanza los 50 pies de altura, con tronco de 2 pies de diámetro. La copa tiene forma de sombrilla y es frecuentemente más ancha que la altura del árbol. Las hojas miden hasta 20 pulgadas de largo y tienen más de mil hojuelas. Las flores miden hasta 5 pulgadas de ancho y aparecen en ramilletes terminales. Las frutas son vainas duras, de hasta 2 pies de largo, que abren por ambos lados para liberar muchas semillas largas.  Los flamboyanes requieren clima tropical o parecido al tropical para sobrevivir, aunque pueden tolerar la sequía y salinidad.  Es árbol de sistema radicular agresivo, por lo que debe tener suficiente espacio para expandir sus raíces. 

 
 
 
 
 
 
 
 
 

“No podemos dejar que los árboles mueran. Los árboles son para nuestros nietos”. – Mary Lou Cook

 

 

“Dios juzga al árbol por sus frutos, y no por sus raíces”. – Paulo Coelho

 

“Una sociedad crece bien cuando las personas plantan árboles cuya sombra saben que nunca disfrutarán” – Proverbio Griego

 

“Vosotros taláis los árboles para construir edificios que albergarán a los hombres que se han vuelto locos por no haber podido ver los árboles”. –  James Thurber