El viernes 27 de octubre de 2023 amaneció como un día tranquilo, aunque habían anunciado lluvias. Toda la semana estuvo lloviendo dentro de la normalidad y pensé que ese viernes iba a ser un día lluvioso como otro cualquiera.
Coordinamos con mi hermana, Charo, y yo, buscar a mi otra hermana, Tere, para compartir y pasar un día en Plaza Carolina. Tere nos indica que hay aviso de vaguada y que ella no iba a ir, (además de tener un compromiso previo).
Por tal razón, Charo y yo nos fuimos a Plaza las Américas, ya que nos queda mucho más cerca de nuestro hogar. Cuando llegamos, primero llevamos unos paquetes al correo y luego fuimos a una de nuestras tiendas favoritas; y allí encontramos buenos especiales, así que disfrutamos el ahorrar lo más que podíamos. Luego, ya como las tres de la tarde, fuimos a almorzar y gracias a Dios todo estaba sabroso.
Cuando terminamos de almorzar, verificamos fuera del estacionamiento y no estaba lloviendo, así que decidimos ir caminando a una de las tiendas que está fuera del mall. Allí vimos todo con calma y disfrutamos de los adornos navideños. Cuando estábamos pagando nos dimos cuenta del gran aguacero que estaba cayendo. Esperamos un rato para ver si escampaba, pero nada. Charo consiguió unas bolsas de basura color blanco y nos las pusimos encima y comenzamos a caminar para tratar de llegar al estacionamiento. El que nos viera se pondría a reír, ya que en medio de la lluvia y la oscuridad parecíamos dos “fantasmitas” caminando.
Al llegar al estacionamiento, nos dimos cuenta que parte del primer piso del estacionamiento estaba inundado y fue algo difícil el conseguir el camino hacia nuestra guagua. Mientras tanto, las bolsas de papel, al mojarse comenzaron a romperse y nosotras, a su vez, tratando de que no se rompieran más y se cayera y dañara la ropa que habíamos comprado. Así que Charo, quien camina mucho más rápido que yo, fue a buscar su guagua y me quedé con los paquetes en un área segura y así mientras caminábamos no seguían las bolsas rompiéndose.
Salir de Plaza las Américas fue una gran odisea por los tapones y los charcos; además, estábamos pendiente de encontrar al esposo de Charo que había podido entrar a Plaza huyendo de las inundaciones del camino y estaba en su carro pequeño. El decidió quedarse y esperar un rato a que bajaran las inundaciones.
Nosotras seguimos nuestro camino a casa y nos hemos encontrado con el tapón o embotellamiento de nuestras vidas. Estaba el camino a paso de tortuga, apenas se movía el tránsito. Fue desesperante. Estuvimos casi dos horas para llegar a la mitad del camino que normalmente nos toma de cinco a diez minutos. Cuando llegamos a esa mitad, ya había bajado el agua y los carros que se habían dañado o inundado, estaban en los carriles a las esquinas.
Gracias a Dios llegamos bien a nuestros hogares. Mojadas por la lluvia, preocupadas por lo que estaba pasando y sobre todo por los que estaban varados. Más tarde, corroboramos que el esposo de Charo llegara bien y el papá de mis hijos; quien también estaba en Plaza haciendo unas diligencias.
A todo esto, mientras estábamos en el tapón, tuvimos el apoyo y “compañía” de nuestros hermanos mediante Whatsapp, lo cual agradezco muchísimo.
Luego nos enteramos por las noticias lo devastador que fue esta vaguada, inundando varias casas y avenidas de nuestro país.
Comparto unas imágenes de los periódicos de Puerto Rico.