Llevamos casi cinco meses en la casa a causa de la pandemia por el coronavirus. Ha sido un tiempo muy difícil. Apenas salgo de mi hogar para evitar el contagio. En este tiempo son contadas las veces que he salido: unas cuatro veces para ir al colmado, dos para ir a la farmacia, tres para ir al correo a llevar paquetes de mis ventas en Poshmark y tres para pasar por casa de una de mis hermanas a recoger unos productos que ella me ha comprado y utilizamos el modo de servi carro. Aún no he salido a un centro comercial a beneficiarme del aire acondicionado o a disfrutar de un sabroso café compartiendo con mis hermanas en uno de los establecimientos; ni a la playa, cosas que me gusta hacer para distraerme.
Lo más importante de todo es que he decidido, en cada una de mis salidas, utilizar la mascarilla para evitar contagios. Entiendo, además, que al utilizarla como medida de prevención, sirve para proteger a las demás personas demostrando de alguna forma amabilidad, respeto y empatía con todos los que me encuentro en esos lugares. Claro está, eso no es suficiente, por lo que mantener la distancia de 6 pies y lavarse las manos sigue siendo muy importante.
Extraño mucho ver a mis cinco hermanos y demás familiares, aunque gracias a la tecnología nos mantenemos en comunicación. También extraño ver a mis tíos que están en un hogar de envejecientes, pero por el momento sé que es necesario no visitarlos en este momento.
Cuídense y protéjanse mucho, los quiero volver a ver.
Comparto dos de mis mascarillas favoritas, ambas hechas por mi amiguita Nellyann de Dulce & Calavera: